José María Gimeno Ávila (Barcelona 1937- Madrid 1987) firmaba sus obras con el seudónimo Yo, Gimeno. Su actividad abarcó todos los campos: cómic en la revista Chicos, publicidad, escaparatismo, animación en Estudios Moro, murales para Renfe y arquitectos, decoración de portales, cafeterías y restaurantes. Incluso colaboró en TVE en El planeta imaginario, La cometa Blanca y La mansión de los Plaff. Dirección artística de la revista PRAG y de su anuario. Además de su actividad pictórica, donde más trabajó fue en el mundo editorial: Santillana, Santiago Rodríguez, Anaya…
Imbuido por la ilustración norteamericana (gran conocedor del Push Pin Studios que fundara Milton Glaser, con su cohorte de magníficos ilustradores) generó su propio estilo, aparentemente abigarrado, distribuyendo el espacio sabiamente en cada composición para romper esa densidad neobarroca a la que era propenso. Todo ello, sumado a su pericia con el dibujo, ya sea a pluma, a pincel, con aerógrafo o el scratch, indistintamente con las tintas chinas, acuarela, gouache, acrílico y óleo sobre los soportes más dispares, cartulinas, maderas, corchos y láminas de metal. Su finura, arropada por una vasta cultura adquirida de manera autodidacta, le configuraba como un personaje de leyenda, a ello contribuía su peculiar indumentaria y el acervo procurado por sus exquisitas relaciones en el mundo cultural del momento. En esos años, estar al corriente con lo extranjero suponía lo que hoy se denomina ser un crack.
Como Morillas, Pla Narbona, Giralt-Miracle y otros de su generación, Yo, Gimeno fue pionero en ese concepto –muy de los años sesenta del siglo pasado– de entroncar lo pictórico con la ilustración. La fundación del Grupo 13 en Madrid y FAD en Barcelona confirmó lo que hasta entonces eran “islas” de creación sin vocación de grupo. Esas asociaciones formalizaron ese gran “continente” que supuso buscar nuevas definiciones al oficio de ilustrador. Entonces se denominaban grafistas o diseñadores para aislar el concepto decimonónico del dibujo y la pintura. Modas, al fin y al cabo.
Aquí mostramos una selección de las portadas que hizo Yo, Gimeno para la Unión de Oficiales de Marina Mercante (UOMM). Todo un acierto para su época. La dirección de la nueva revista encajó muy bien su propuesta durante 26 números (25 en realidad, porque el 22 y 23 fue doble) en la que ofrecía, con muchos registros, una idea de unidad estilística proporcionando así una personalidad muy acusada y diferenciadora de la revista. Una idea propia de pionero de diseño, o sea, gráfico.
Por Javier García del Olmo
6 comentarios
Luis Rafael
23/05/2013
Para mi era desconocido, pero me parece que hizo un trabajo interesante,
Rafael Gil
Valentin Iglesias
23/05/2013
Aparte de la calidad indiscutible y el atractivo de estos diseños, al nivel de todo el material excelente de este blog, siempre me ha llamado la atención la huella de una época que tienen. Podemos decir que fue una época dorada en muchos sentidos, más allá de la nostalgia de ese pasado que siempre vemos con mejores ojos que el tiempo que nos toca vivir, lo cierto es que los sesenta tienen algo único igual que la Italia de los Medici en el renacimiento y otras épocas afortunadas en la historia donde la creación ha ido de la mano del florecimiento social; parece claro que esta profesión es un termómetro de la época en que se desarrolla.
Albert Culleré
23/05/2013
Estoy totalmente de acuerdo contigo Valentín, y añado que era un tiempo más naif y con menos prejuicios. Esto hacía que los conceptos que se utilizaban fueran menos encorsetados que ahora. Unas portadas para una revista de agrupación profesional como ésta se libraban a la imaginación y la excelencia estética. El lenguaje de la época es evidente, pero tratado con tal libertad y buen gusto que hoy en día asombran. Los años sesenta fueron especiales en muchos sentidos; en nuestra profesión la ilustración irrumpió de nuevo con renovados bríos, un reto sin complejos a la fotografía que iba ganando terreno al papel cuché. Un reto de la fantasía a la lógica.
valentin Iglesias
24/05/2013
Así es Albert, a veces el hecho de establecer una profesión supone desventajas (la vanguardia se convierte en academia); en aquella época los llamados grafistas eran personajes de todo pelaje, lo cual es tremendamente positivo por la diversidad que aporta y por la falta de complejos corporativos. Ahora estamos condicionados por lo que se supone que debe ser un diseñador y el tipo de trabajo que debe desarrollar, por no mencionar la huella tremenda que deja el software que utilizamos. Cada pieza gráfica es sobre todo un producto de las posibilidades y la estética de Adobe-Apple dejando poco espacio a la intervención personal.
Emilio Gil
24/05/2013
Considero un privilegio contar con unos comentarios tan llenos de contenido como los que ha suscitado este post sobre Yo, Gimeno y coincido con Valentín en que uno de los atractivos de los trabajos que van apareciendo en “Pioneros Gráficos” es, paradójicamente, la huella tremenda que propiciaba el no-software.
En un proyecto para llevar la muestra “Grafistas” al Museo del Diseño de Londres, Deyan Sudjic me sugirió la posibilidad de alargar el periodo histórico que cubre este blog -de 1939 a 1975- al comienzo de la década de los 80 cuando aparece el ordenador como herramienta de trabajo y el panorama cambia radicalmente.
jose manuel somavilla
26/09/2016
Sobre su labor artística que Gimeno era un genio. Y, además, sencillo y humilde como persona.
Sentí muchísimo que se nos fuera tan joven.
J.M. Somavilla
(fundador y director de la revista UOMM, durante 14 años)