“¡Pero tienes que recibirlo porque… es un hombre muy guapo!”, le espetó Lola, la recepcionista de la Editorial Alhambra a su ocupadísimo hermano y director de la misma, Pepe Zambrana. Le entrevistó, claro, y así empezó una larguísima relación entre la editorial de la calle Claudio Coello de Madrid, que presidía Erich Ruiz, y aquel chico de 27 años que se plantó en el lobby con su carpeta de dibujos bajo el brazo. Esas cosas pasaban en los 60. José Antonio Alcázar realizó innumerables portadas y carátulas para la editora Alhambra y su filial discográfica Fidias, además de sus geniales caricaturas, logotipos, felicitaciones navideñas… en general todo el grafismo de la editorial fue firmado por este pionero gráfico.
Provenía de Estudios Moro auténtica cantera del grafismo madrileño donde pintaba los fondos de las películas que realizaba Pepe Moro, el Walt Disney madrileño. En aquel semillero se procesaba devoción por el grandioso Ronald Searle (3 marzo 1920-30 diciembre 2011) y por el fantástico André Francois (9 de noviembre de 1915-11 de abril de 2005). En estas carátulas de Fidias que exponemos al ojo escrutador de nuestro lector, apreciamos la influencia de estos dos genios europeos pero también la potentísima imaginación de Alcázar, su gran sentido del humor, una magnífica mano, su divertida caligrafía y una “cocina” espectacular, además de esa inocencia propia de los 60.
Nuestro pionero realizaba sus trabajos con gouache, que introducía mediante un pincel en los indomables tiralíneas y presionaba contra el papel trapos manchados para dar vibración a los fondos. Muchas veces prefería un método indirecto, como es la impresión del trazo desde otro papel o el uso de sellos artesanales, a la directa pincelada. Cuenta, que fue fundamental para su labor artística el descubrimiento del bisturí/cutter/x-acto que le permitía cortar superficies de color, letras… Esos eran los grandes inventos en los años 60.
Alcázar volvió a los estudios Moro de donde le rebotaron a la agencia de publicidad que fundaron, llamada Compás Needham, dedicando el resto de su carrera a trabajar como Director de Arte primero y Director Creativo después en varias agencias. Al final no resistió la fascinación que supone para él la pintura, a la que aplica sus inagotables cocina, talento e imaginación. Pero eso ya es otra historia.
Por Nacho Alcázar
6 comentarios
Clau
19/01/2016
Bonita semblanza de un tiempo en el que lo verdadero era posible frente a los diques de “viabilidad” que hoy se entrometen para descartar lo “inútil”. La fascinación,felizmente, siempre gana la partida. Enhorabuena al pionero Alcázar.
laura
19/01/2016
Los BARTOLOS que me encantan fantástico!!
Vivienne
19/01/2016
Dicen que lo que no está en Youtube, no existió…
https://youtu.be/wmEd45nKaYQ
MAGNÍFICAS ILUSTRACIONES Y MAGNÍFICO ARTÍCULO.
Javier García del Olmo
20/01/2016
Muy interesante, me gusta. La verdad es que es un artista que se me pasó por alto. No tengo disculpa ya que figura en “Arte comercial y sus creadores”, Editorial Prag 1965, obra que pasó por mis manos cuando trabajé en el estudio de producción de Edicolor donde fue impresa.
Comparte estilo, a veces, con Gimeno, Morillas, Garbayo…, es de una generación con mucha “cocina” Push Pin que se nutría de los ilustradores conocidos aquí a través de la prensa norteamericana, en esas revistas que veíamos con los ojos desorbitados porque los artículos comenzaban, a doble página, con ILUSTRADORES… era desproporicionado para el erial que era nuestro país en los sesenta. Así conocíamos a Milton Glaser, Herb Lubalin, Seymour Chwast, Paul Davis, George Leavitt, Edward Sorel…
Gracias Emilio, como siempre, por esta recuperación de esa generación tan olvidada.
Mila Corrochano
21/01/2016
Un gran artista de los que ya no quedan. Antes de la tecnología sólo la imaginación, la creatividad y el buen hacer distinguían a los grandes de los mediocres. Un ejemplo del que aprender y al que seguir. Gracias por el artículo. Interesantísimo.
Javier Olmos
12/02/2023
Le conocí cuando era director creativo de ARS Publicidad, era mi jefe, y nunca le agradecí lo suficiente lo que aprendí de él y de su equipo de arte.
Un caballero dentro y fuera del trabajo. Esa etapa me marco para siempre.