La revista Temas españoles fue un instrumento de divulgación del pensamiento franquista, que nos permite a través sus portadas comprender la evolución de las ideas del Régimen en la selección de temas relevantes y en la elaboración de un imaginario propio. Las cubiertas a dos tintas de los cuatrocientos primeros números fueron realizadas por Verdú, un ilustrador integrado en el Régimen que llevó a cabo un amplio repertorio de imágenes para sintetizar la particular interpretación de la historia, geografía, arte, educación, tradición, cultura, la economía o la mujer, que el gobierno de España defendía durante los años 50. Verdú fue un diseñador que, con su labor integrada en la imprenta estatal, de un modo sordo y permanente, conectaba con otros instrumentos de propaganda de la dictadura (el noticiario proyectado en los cines NO-DO) y de la oposición (La Estampa Popular) en la creación de una iconografía de lo popular de los años 50 y 60. Verdú influye en el diseño de la época por su insistencia, por su permanencia en la realización de la portada de la revista oficial de su tiempo, pero también por la profesionalidad de impresor (Ribadeneyra), concisión gráfica y eficacia icónica con las que realiza su labor propagandística mensual.

El conjunto de las cuatrocientas cubiertas constituye un sólido sistema de iconos de la época. El diseño interior es convencional: a dos columnas justificadas, utilizando tipografía Times tanto para el texto corrido como para el título general y letra de palo versal para los subtítulos; pero la portada litográfica que realiza Verdú tiene un carácter personal y muy representativo del diseño español de postguerra. Es un ilustrador autárquico, que con medios técnicos y gráficos de cartilla de racionamiento es capaz de crear una imagen panfletaria potente como un toque de corneta.

El logotipo Temas españoles es un leve renglón de capitulares tan discreto que se funde con el dibujo y supone su límite superior y tan supeditado que a veces cambia de tipografía –con o sin serif– pasando desapercibido. El título de la portada concreta sí tiene una enorme importancia: la letra que combina mayúsculas y minúsculas siempre se realiza a mano por el propio Verdú, que admite que no es un calígrafo cuidadoso, sino un propagandista efectivo.

por María José Gómez RedondoLuis Mayo Vega