En 1955 se fundó en Estados Unidos la “American Pencil Collectors Society” que reúne a un curioso grupo de coleccionistas de instrumentos de escritura centrados sobre todo en el coleccionismo de lápices con mina de grafito. Desde hace varios años disfruto formando parte de esta Asociación que edita el boletín “The Pencil Collector” como “Órgano oficial de la APCS”.
El lápiz es uno de esos objetos manufacturados que junto con el libro impreso revelan un grado de ingenio y perfeccionamiento técnico difícilmente superables. Conectan con lo mejor del ser humano y nos hacen sentirnos confortables en su uso cotidiano. Con el lápiz bocetamos, tomamos notas, dibujamos y dotamos a las ideas de una expresión gráfica. Anni Albers afirmó que “el diseñador es un intermediario tratando de ayudar a que lo no existente se convierta en realidad”. Si, como a veces se ha dicho, la mano es la mejor de las “interfaces”, el lápiz sería el “programa” de dibujo más universal o la “aplicación” que lo permite todo. El ser humano nace con el Manual de este “programa” de dibujo en la cabeza. Un programa que ni siquiera necesita traducción a ningún idioma o actualizaciones posteriores. Cuando la mano sujeta el lápiz comienza el despliegue de distintas habilidades motoras, pero también se pone en marcha un proceso mental. Esta acción es una manera de pensar, de mirar y de trabajar.
En los últimos años se ha producido una vuelta al diseño realizado directamente con la mano y en esa línea volver a valorar lo que un humilde instrumento como es el lápiz hace por los diseñadores no es un tema baladí.
Las imágenes de los pioneros del diseño gráfico español que van apareciendo en este blog están pensadas y realizadas sin el apoyo de una herramienta informática. Tienen una enorme potencia visual por encima de modas y tendencias a pesar de estar preparadas con lo que hoy consideraríamos como unos medios muy rudimentarios. En aquellos años predigitales primaban las ideas sintéticas que traducían potentes conceptos mediante instrumentos tan elementales como el básico y “sofisticado” lápiz de madera con mina de grafito.
2 comentarios
Albert Culleré
09/09/2014
Uno de los últimos libros del arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa se titula “La mano que piensa”, donde desarrolla la función esencial de la mano humana como extensión inteligente de su evolución, el “homo faber” al dictado de su cerebro que planifica; al igual como hizo este mismo arquitecto con “Los ojos de la piel” para destacar el papel de la sensualidad arquitectónica a través de la visión y del tacto.
Me gustan los dos libros y los dos títulos, en especial el primero, porque es la metáfora que he usado desde hace mucho tiempo para explicar la inutilidad de toda inmediación aparatosa para plasmar una primera idea que, en esencia, al final de todo proceso de un proyecto siempre es la fundamental. Podemos ir a la luna, pero antes, Méliès tuvo que hacer un sencillo dibujo para poder sintetizar en un guión su imaginativa y poética fantasía. Lo mismo que hacen los ingenieros actuales.
Alberto Campo Baeza, de forma parecida tituló una conferencia suya, “Pensar con las manos”, porque igualmente partía del mismo principio, común a todo creador visual.
Si a todo ello le sumamos que la herramienta que hace posible que la mano no se vea en la necesidad de untar uno de sus dedos, que se trata de un diseño en apariencia anónimo, y que para fabricarlo se han necesitado otros lápices más para inventar el proceso industrial que los fabrica, no tendremos más remedio que venerar o al menos admirar estos en apariencia sencillos artilugios que además son bellos.
Y “the last, but not the least” , los lápices son y han sido durante decenios cuidadosamente preservados y presentados en cajetillas con encantadores grafismos sin otra pretensión que adornarlos con tipos de letras y colores bonitos como si fueran bombones.
¿Quién no sucumbe al encanto de lo “vintage” con la fuerza creativa que esconden? No son bombones estos humildes objetos, sino bombas de la imaginación a punto de activar la espoleta.
Santiago Gª Cortés
09/09/2014
No puedo resistir la tentación de poner un enlace, que espero Emilio me permita, al hilo de este post:
EL LÁPIZ SIN GRAFITO diseño del gran pinifarina.
http://www.napkin4ever.com/en/
Me tiene fascinado, como arquitecto con parafilias hacia todo elemento de escritura.
Saludos,
S.