En los años sesenta del siglo pasado se gestó una generación de diseñadores que dio un nuevo impulso regenerador al dibujo, propiamente dicho. Celestino Piatti publicaba en 1965 Celestino Piatti´s Animal ABC, con un concepto de ilustración depurada que marcó tendencias y supuso un referente para muchos dibujantes. Tal fue su éxito que se hicieron varias series. La manera de simplificar las formas, y dar con la esencia anatómica de los animales, suponía una visión arquitectónica por su esquematismo.
Pepe Cruz Novillo, en 1968, fue más audaz y, con su perspicacia de diseñador experimentado en diseccionar la materia dibujística, elevó la ilustración a altas cotas de grafismo. Hizo que la pluma y el pincel se quedaran en el tablero de dibujo como meros espectadores de los nuevos trazos de Pepe. El prodigio era dar con la clave de la síntesis que subyace en la morfología de cualquier objeto, ser o semoviente, como es el caso de su Abecedario animal, todo un homenaje y elogio al trabajo de Piatti, como cuando un torero brinda al público su faena. Así, al igual que Celestino, el éxito de Pepe en España fue apoteósico y más, todavía, si pensamos en el humilde formato de cajitas de cerillas al que iban destinados sus diseños (los de Piatti eran libros-objeto de gran formato). Tuvo muchos plagios y seguidores hasta el día de hoy, tal era su modernidad.
En 1970, fiel a su estilo, aborda el proyecto de “armar el Belén” a su manera para el mismo cliente, Fósforos del Pirineo, y lo resuelve con aparente naturalidad en esa temática en la que abundan los tópicos tan manidos. Con determinación, esa es su maestría.
Cruz Novillo nació grafista y, con su mirada vigorosa, nos ofreció una rotunda y nueva faz del diseño emergente en la década de los sesenta. Él y la pregnancia de su oficio están, igualmente, en su obra pictórica y escultórica donde las formas las pliega a su concepción matemática de entender la creación y el diseño. Como el calígrafo, Claudio Aznar de Polanco que, en 1719, publicó un tratado Arte nuevo de escribir por preceptos geométricos y reglas matemáticas, para hacer “ver” más allá de lo que los otros humanos ven. Para mí Pepe es, al igual que para Fernando Trueba Billy Wilder, una deidad. Algo que nos pertenece, como un bien patrimonial.
El aura que se formó entonces alrededor de su persona pervive hoy de manera ejemplar, siendo un gran referente para las futuras generaciones de diseñadores. Tal es su pujanza.
Por Javier García del Olmo
8 comentarios
Loli Vidal
03/12/2015
Sencillamente, ¡genial!
Silvana Navarro Hoyos
03/12/2015
Me encanta!!!
Jam
04/12/2015
Genial. Gracias por el artículo.
María Isabel Rovirosa Carranza
05/12/2015
Sencillamente ! Genial !
Albert Culleré
05/12/2015
El asno, el buey y las ovejas son los personajes más simpáticos, y el Niño Jesús metido en lo que parece una cápsula espacial nos evoca su origen celestial. Si lo hubiera hecho hoy, estoy seguro que Cruz Novillo habría incluido al “caganer”.
¡Feliz Navidad!
Albert Culleré
06/12/2015
Del todo de acuerdo con lo que escribe Javier García del Olmo, pero yo añadiría que a su potente y esquemática factura, Cruz Novillo introdujo el humor en la geometría figurativa; un humor amable, común y frecuente en otros grafistas también de esa época.
Javier García del Olmo
10/12/2015
La verdad es que, en tan poco espacio, decir todo sobre Pepe es difícil. Aún así, queda constancia, creo, de su carácter polifacético y su gran alcance en el territorio de las bellas artes. Con mi amigo común a él en el arte constructivista, Rufo Criado, bromeabámos con que Pepe, con su energía cinética, ya merodeaba otra galaxia que, a la manera cuántica, era proporcionalmente inalcanzable; de ahí sus experimentos en desarrollo matématico que intentó dejar patente (no sé si claro) en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid como diseñador electo.
Y, mira por donde, Culleré, no hice referencia a el humor (¿matemático?) en su obra. Bromas aparte, todos sabemos de su bonhomía, lo que le permite presentar cualquier trabajo o idea imposible como algo aparentemente fácil, con humildad. O sea, genial.
El primer contacto con su obra (y con su aura, que ya la tenía por entonces) fue en el estudio que compartía con el fotógrafo Porrúa en la calle Padre Damián en los sesenta. Pepe no estaba, Porrúa abrió la puerta con sigilo y me dijo “no toques nada, solo mira, lo tiene todo milimetrado” y yo no sé si miraba u oía porque me sentía teletransportado, como si me acompañara una música ambiental. Confieso que lo que me fascinó no era el orden sino el método. Parecía tan fácil. Como escribí metafóricamente en el articulito “nació grafista”. Y, es curioso, en esa década de los sesenta es cuando se puso de moda el galicismo “grafismo”, aplicado por los del Grupo 13 y por mi “jefe” Jerzy Hoszek que se instaló en Madrid proveniente de la Escuela de Basilea. Tuve suerte en conocerlos y disfrutarlos. Todo un referente. Gracias.
Nacho Alcázar
14/12/2015
!Es la monda! !Que divertido!