Nueva Forma fue una revista de arquitectura y arte que buscaba la modernización de nuestra cultura y la apertura a los grandes fenómenos internacionales. A caballo entre las décadas de los sesenta y setenta (1966-1975), contó con el mecenazgo de la familia Huarte, promotora de un gran número de iniciativas culturales como, entre otras, de los Encuentros de Pamplona de 1972 (ver post anterior).

Su director, el arquitecto Juan Daniel Fullaondo se rodeó de un importante grupo de colaboradores entre los que destacaban los también arquitectos Antonio Fernández Alba y Rafael de la Fuente o el crítico de arte Santiago Amón. “Nueva Forma” nació como un híbrido entre revista de arquitectura y decoración con la doble cabecera “Forma Nueva” y “El Inmueble”, hasta el número 20 en que adoptó su nombre definitivo.

Siempre me ha parecido una tarea imposible conseguir una buena publicación de lo que se conoce como “revistas de arquitectura”. ¿Cómo recoger todas las singularidades de un edificio más allá de lo que reflejan unas buenas fotografías o la presentación del proyecto y su correlato en planos y perspectivas? Considero, de partida y tal vez sin honrosas excepciones, que no hay buenas revistas “de arquitectura”. Hay buenas revistas que contemplan el hecho arquitectónico desde perspectivas alejadas de los aspectos meramente formales. “Nueva Forma” fue una buena revista de arquitectura porque en realidad no lo fue como tal. Fue una revista cultural que daba cabida al ensayo artístico como un método de reflexión crítica, según escribió Antonio Fernández Alba en la introducción al catálogo de la exposición que el Centro Cultural de la Villa de Madrid dedicó a esta publicación en 1996.

En cuanto a la diagramación de la revista y a su estilo gráfico todo lo que se puede decir se resume en que “Nueva Forma” es un producto editorial de su época con los condicionantes propios de las artes gráficas del momento. Resulta significativo que en los primeros números de “Forma Nueva-El Inmueble” apareciera como responsable de “Arte” alguien que firmaba como Marqués de Lozoya, y que durante gran parte de su andadura –ya con la cabecera “Nueva Forma”– no figurara ningún responsable del diseño de la publicación. Más adelante, y de nuevo en la categoría de “Arte”, firmaría Santiago Amón no dejando claro si como diseñador de la revista o como responsable de la sección. Por otro lado, sí aparecían reflejados los créditos de los fotógrafos, algunos tan importantes como Catalá Roca.

Las páginas de publicidad destacaban por su altísimo nivel gráfico; este post muestra algunas de las diseñadas por profesionales de la talla de Fermín Garbayo y José María Cruz Novillo, así como el caso especial de las realizadas por los alumnos de cuarto Curso de la E.T.S. de Arquitectura de Madrid para la empresa “Viroterm”.

En definitiva, como escribiera Álvaro Martínez-Novillo en el mismo catálogo antes citado, “Nueva Forma” apareció con la pretensión, “tanto en diseño como en contenido, de situarse al nivel de las más prestigiosas revistas extranjeras”.