En diciembre de 2004 se inauguró en el Museu de Valls, la ciudad natal de Josep Queralt (1910-1993), una muestra comisariada por Santi Barjau y Jordi Paris en la que se mostraban trabajos realizados por este pionero para el comercio y la industria local como la Farmacia Muret, Porcelanas Isard o la metalúrgica, cooperativa agrícola e imprenta Moncunill.

En los textos de introducción del catálogo que acompañaba a esta muestra, Enric Huguet, otro pionero (ver post anterior), recordaba alguna de las enseñanzas que Queralt le transmitió: valores deontológicos, conocimientos sobre la historia de las tipografías clásicas, procesos creativos o las ideas de partida antes de abordar la realización de un proyecto.

Huguet describía en este mismo texto la particular técnica de trabajo que utilizaba Queralt: abocetaba en blanco y negro sobre un papel con una gran capa de estuco. El negro lo aplicaba con la pluma o el pincel y cuando tenía que abrir blancos o retocar algún defecto que se la había escapado en el negro no lo hacía mediante una tinta blanca sino rascando con el buril y aprovechando la gruesa capa de estuco para recuperar el fondo de color blanco de la base del papel. El buril que empleaba, según describe Huguet, era de acero templado y afilado en diagonal para obtener resultados que simulaban los grabados en madera.

Como el diseñador Víctor Oliva escribe en otro de los textos de introducción al catálogo, los carteles de Josep Queralt mostraban un dominio del espacio característico de los grafistas de aquella época capaces de colocar los elementos en diferentes capas a fin de focalizar la información en los aspectos más relevantes. Este recurso, junto con un tratamiento tipográfico de letras dibujadas una a una cuidando la coherencia estilística con el objeto o la imagen a la que acompañaban, revelan el oficio de un diseñador que tenía traza de cartelista y mentalidad de publicista.