“Creo sinceramente que la presente obra es una mina de hallazgos, llena de agradables sorpresas”, así comenzaba el “modesto prólogo” que el diseñador suizo Donald Brun escribió en 1964 para el volumen que recogía trabajos de 18 grafistas de la Agrupación FAD, editado para conmemorar sus dos primeros años de actividad.

En un estricto blanco y negro –se supone que por razones técnicas y tal vez presupuestarias– con impresión de “Francisco Casamajó”, la empresa de artes gráficas de referencia del FAD en aquellos años, se presentaba un espectacular despliegue de brillantes trabajos de nombres habituales en este blog y otros con menor proyección como José Martínez Gómez o Francisco Graus.

En el interesante texto de introducción del libro, el crítico de diseño Joan Perucho hablaba, citando a Paul Eluard, de “la desnuda fertilidad del ojo a través de la imagen”, y de imágenes que no requieren esfuerzo de comprensión ni de entendimiento porque pertenecen al lenguaje del silencio que no puede ser articulado en palabras.

Perucho definía lo necesario para ser un buen grafista afirmando que “lo gráfico se define aproximadamente por la concisión gestual y la expresión. El grafista (…) más que explicar, sugiere; más que analizar sintetiza”.

Las ilustraciones que se reproducen en este post servían de apertura a los capítulos correspondientes a los 18 grafistas y son una perfecta formalización de las palabras de Perucho.