Esta edición especial se publica bajo los auspicios de la Junta Interministerial para la Conmemoración del XXV aniversario de la Paz Española y con motivo de la exposición “España 64–25 años de Paz”. Así, con esta aclaración en la contraportada del librito promocional de España es diferente [eslogan genial, por otra parte] se cerraba, a manera de colofón, esta publicación magistral de Máximo San Juan Arranz, Máximo [1932-2014]. Acompañaba la viñeta un sol radiante y feliz, para ironía de la dictadura que involucró en esos festejos a diseñadores, con sus carteles en Las Ramblas de Barcelona y paseo de La Castellana en Madrid, entre otras muchas actividades de propaganda del Régimen.
Máximo abordó el encargo con sus buenos oficios de dibujante y escritor, incluso, en este caso, de maquetista diseñador. Su dibujo, aparentemente desnudo, de línea clara, es de síntesis y muy culto, arropado con las máximas filosóficas de un magnífico escritor que envuelve la ironía con la sutilidad del humor elíptico y abstracto. Siempre se le definía como humorista “muy intelectual”, algo que le propiciaba y mantenía esa mirada de pícaro introspectivo, como ausente, pero muy presente, a la contra, en la crónica social diaria, con sus viñetas periódicas, en los grandes medios del estado español: La Codorniz, Por Favor; Pueblo, Triunfo, Interviú, La Vanguardia, El País…
Los textos de este librito del Ministerio de Información y Turismo, dirigido por Manuel Fraga Iribarne entonces, rebosan de elegancia narrativa salpimentados con el ingenio soterrado de su visión ácida [sin perder la donosura contra la censura] y burlesca de la sociedad española de su tiempo, esto que, curiosamente, todavía hoy sigue vigente, lo que acentúa la personalidad de Máximo en su percepción universal de la vida de los demás; como un clásico.
A mi siempre, en Máximo, me fascinó su capacidad esquemática en la que su pensamiento [al igual que en El Roto] lo traslada al trazo con el ductus tan bien adiestrado que en la obra, bien sea viñeta o ilustración, queda encajado con su resumen esencial, siempre trascendente. Aunque parezca exagerado, invariablemente, lo consideré un grafista en su campo del humor.
Este ejemplar lo rescaté de mi archivo recientemente, entre los miles de piezas que guardo, con motivo del inventario de las colecciones. Espero que las nuevas generaciones lo vean [y lean] y disfruten, teniendo en cuenta la dificultad de desarrollar un lenguaje crítico en una sociedad, la de los años sesenta, con una mordaza tan bien aplicada y tan civilizada, aparentemente, en el ministerio que dirigía Fraga.
Decía san Jerónimo: “Ni por pobre, ni por rico, ni por propinquo [próximo] y extraño, ni por conocido o no, declines del recto juicio”. Los santos, a veces tienen esas cosas, que son sabios. Yo lo admiro mucho porque, como Máximo, siempre se le representa, o recuerda, con escritorio donde no falta pluma y tintero para decirle algo al prójimo.
Javier García del Olmo
5 comentarios
JOSE JOAQUIN DOMINGUEZ
01/11/2017
Impagable.
Más allá de las deliciosas ilustraciones, es el retrato de una época, fltrado por la fina ironía de Máximo. Siempre está bien recordar lo que somos y de dónde venimos. En estos días, más aúm.
Gran descubrimiento este personaje, Máximo.
Gracias, Javier, por reivindicarlo.
Javier García del Olmo
02/11/2017
Me alegro de que te guste, Jota, he intentado en tan poco espacio concentrar la esencia de la obra de mi admirado Máximo en el contexto de su época. Sempé, Jean Michel Folon, André François, Volinski y, sobre todos, Roland Topor, son algunos de los dibujantes que mantuvieron el espíritu crítico en sus colaboraciones en los medios gráficos europeos. La lista podría ser larga. Como aquí si solo nos ciñéramos a Chumy-Chúmez, Ops, Ric-Ric, Cesc… Con Máximo tuvimos un cronista satírico muy fino y consecuente con la censura, un alarde de convivencia cívica que se daba gracias a su bagaje cultural tan amplio.
Nacho Alcázar
14/12/2017
Genial del todo
Juan GS
21/02/2018
Alucinante.
Si se editara hoy, estimo que tendría mucho potencial, es una pieza de museo social.
Buenísimo como todo lo que aparece acá.
Saludos desde Argentina
Albert Culleré
13/05/2018
Máximo consiguió lo que es más difícil para un artista: un estilo inconfundible. En sus inicios se notaba la influencia de Steinberg, como no, un dibujante tan refinado como él no podía dejar de tener este modelo.
En esta pieza tan fuera de lo común, caza al vuelo los tópicos y los adereza con humor, el mayor antídoto contra los lugares comunes.
Se ha dicho, y se dice aquí, que Máximo era un humorista-filósofo, y es muy cierto. Con el tiempo fue derivando hacia un humorismo intelectual, de sonrisa mental más que facial, si se me permite el pleonasmo y la metáfora. Es más, creó toda una serie de dibujos de humor metafísico con paisajes contemporáneos desolados, hasta llegar al humor místico cuando transitó del triángulo divino a su humana presencia, entre nubes de algodón y toda la bonhomía que pueden proporcionar los años.