Aunque la monografía El sol sale para todos, que el diseñador Alberto Corazón preparó para el desaparecido Banco Urquijo, fue editada en 1979, su proceso de elaboración se prolongó a lo largo de cinco años. Como apunta el subtítulo del libro, se trataba de un «análisis de la iconografía comercial de Madrid».

Iniciativas similares se están llevando a cabo en la actualidad en Granada –véanse como ejemplos los catálogos Granatatype. Tipografía y entorno urbano en Granada, a cargo de Nano Torres–, Barcelona Gráfica del diseñador América Sánchez o, en Portugal, Cidade Gráfica. Letreiros e reclames Lisboa no século XX, catálogo éste último de una excepcional exposición que tuvo lugar en el MUDE lisboeta en 2015. Estas investigaciones dan idea del interés por la rotulación comercial tradicional y la preocupación por la desaparición paulatina de estas referencias que conforman el paisaje urbano en relación con lo que se vino en llamar la «memoria histórica» de las ciudades.

Como el propio Alberto Corazón escribió en el prólogo, «este es un libro sobre la relación entre nuestras ciudades y nosotros, sus habitantes y creadores (…), Las imágenes que siguen parecen remitir a una “tradición”, pero para nuestros padres y abuelos constituían un reto creador. No se trata de recuperar nada, sino de fijar nuestras propias señales de identidad que, necesariamente, pienso vienen de las suyas».

El texto de introducción está estructurado sobre los siguientes ítems: el medio, la calle, el repertorio, el espacio, las fotografías y el mensaje estético. En este recorrido Alberto Corazón reflexiona sobre como el analfabetismo obligaba a señalizar los comercios utilizando recursos no verbales, lo que dio origen a unas claves cromáticas definidas en el ámbito de la alimentación: el blanco/azul se utilizaba en las lecherías y hueverías: los amarillos/ocres y verdes en las fruterías, y los rojos/marrones en las carnicerías y casas de comidas.

El reportaje fotográfico a cargo de José Miguel Gómez, un colaborador en el estudio del Alberto Corazón en aquel tiempo, se realizó a lo largo de cinco años de trabajo. Como el propio diseñador desvelaba en el texto: «necesitaba un amateur que fotografiase los números, las gallinas, las uvas bailarinas, los zapatos absurdos y los azulejos cursis».

El recorrido del libro abarca desde los números y las letras, hasta las técnicas, los lenguajes, la secuencia narrativa o lo que Corazón califica como «las nuevas fuerzas», destacando algunos ejemplos como el que se recoge en la página 95 al que el autor califica como de «perfección gráfica» a lo que añade: «una extraordinaria realización. Un ejemplo perfecto de economía expresiva y técnica. Un impecable planteamiento gráfico y una solución sensual». El libro se cierra con dos capítulos dedicados a «Una obra maestra» sobre «La Zamorana», una casa de comidas situada en la calle Galileo, 21 de Madrid y una semblanza sobre Alfonso Romero, «un maestro» para Alberto Corazón.

En mis trabajos de recuperación del material de los pioneros siempre he tenido la preocupación de diferenciar lo que tiene interés y acierto en sus planteamientos gráficos de lo que simplemente llama la atención por su carácter evocador, nostálgico, o que nos resulta entrañable por motivos distintos a los de su calidad formal. En este post les propongo que distingan ustedes entre estos aspectos y les invito a que lean los textos que acompañan a las imágenes (que hemos aumentado en tamaño, alterando esta vez la maqueta original, para ayudar a su lectura).