Las plaquettes fueron unas pequeñas publicaciones, generalmente en forma de cuaderno, que Ricard Giralt Miracle (ver post anterior) enviaba a sus clientes y amigos como felicitaciones de Navidad o información sobre el periodo de vacaciones estivales en que el pionero cerraba el taller Filograf (ver post anterior).

Como el propio Giralt Miracle manifestaba alrededor de las plaquettes, estas “han sido el elemento que me ha servido como pretexto para saludar o visitar a los clientes… No creo en mi fuerza de persuasión como vendedor, y lo que he hecho ha sido realizar unos trabajos creativos y enviarlos a todos aquellos que desearía que fueran mis clientes, y si ya lo eran, a mis amigos”. En definitiva una forma primitiva de lo que hoy llamaríamos marketing.

El gran atractivo de las plaquettes residía en que eran trabajos de creación libre en los que quedaban reflejada la sensibilidad del diseñador al poder utilizar tanto recursos creativos de una enorme belleza, como sus conocimientos de las técnicas de artes gráficas, tanto en la estampación –imágenes impresas sobre imágenes como capas superpuestas– como en los diferentes materiales –desde papeles charol hasta cartulinas de colores saturados– o los sistemas de encuadernación con cintas de rafia en algunos casos.

En los años 1971, 1973 y 1975 Ricard Giralt Miracle diseñó e imprimió en formato de 21×18,5 centímetros, tres plaquettes que, de alguna manera, constituyeron una serie en sí misma. La primera de ellas fue una edición homenaje al grabador Enric-Cristofol Ricart con textos de Josep Pla. En 1973 el tema fueron cinco poemas escritos por Joan Brossa acompañados de dibujos de Antoni Tàpies. En el verano de 1975 Joan Miró ilustró el poema “És quam dormo que hi veig clar” de J. V. Foix como un cordial anuncio de vacaciones en el que informaba a los amigos de Filograf que el taller, estudio y oficinas permanecerían cerrados durante tres semanas del mes de agosto.

Las imágenes que se reproducen en este post corresponden a estas tres delicadas piezas que dan idea de la sensibilidad de Giralt Miracle como diseñador y de su capacidad de involucrar a los personajes más relevantes de la cultura catalana en los proyectos del autollamado Institut d’Art Gràfic Filograf.