Tal vez la faceta más desconocida e injustamente poco reconocida del maestro Daniel Gil es la que desarrolló entre 1959 y 1966 creando el estilo visual para una compañía discográfica de la época, “Hispavox”. Al igual que en otros campos de la cultura, y para la anquilosada sociedad española, la década de los 60 del siglo XX supuso un renacimiento en la comunicación gráfica en muchos ámbitos.

Daniel Gil era capaz de enfrentarse a diferentes estilos musicales desde el flamenco a los grandes éxitos de las listas inglesas y norteamericanas del momento, con recursos basados en fotografías con imágenes sobre-expuestas, viradas o matizadas, bloques tipográficos que traducían la atmósfera musical de los temas, o planteando mezclas de color “imposibles” para los talleres de fotomecánica de la época. Vistas hoy, aquellas cubiertas de Daniel Gil para los discos en vinilo de 45 r.p.m. o en formato LP conservan la misma validez y modernidad que cuando fueron diseñadas.

Composiciones diferentes, elegantes y equilibradas que, en cierto modo, sirvieron a Daniel Gil como ensayos para el admirable y extenso trabajo que, a partir de 1966, desarrollaría para Alianza Editorial.

Las cubiertas que Daniel Gil realizó para “Hispavox” se pueden agrupar básicamente en dos líneas: adaptaciones correspondientes de las ediciones originales de portadas extranjeras o creaciones ex novo para los propios artistas del sello. En el primero de los casos lo más sobresaliente de Gil es el tratamiento tipográfico de los bloques de texto en los que es posible rastrear –dado lo recurrente de su uso– algunas de sus preferencias: los alfabetos Bodoni Bold, Rockwell, Clarendon o Cooper Brass y las tipografías egipcias o condensadas. En la segunda de las líneas de trabajo cabe destacar su colaboración con los mejores fotógrafos españoles de la época –como es el caso de Francisco Ontañón– junto con sus composiciones exclusivamente tipográficas.