Más de un diseñador gráfico actual ha llegado a afirmar que, en una sociedad poco acostumbrada a buenos ejemplos de diseño y carente de centros de enseñanza de la disciplina, la primera vez que se interesó por lo que el diseño aportaba a la vida cotidiana española fue con las cajitas de Fósforos del Pirineo que Pepe Cruz Novillo desarrolló en el año 1968.

Se trataba de un encargo realizado al estudio que compartía en aquel momento con el grafista Fernando Olmos y en el que cada uno realizó sus propias series durante años y otras conjuntamente bajo la firma Cruz Novillo+Olmos.

Cruz Novillo quería salir del limitado repertorio de las series temáticas existentes hasta entonces que eran resueltas de forma rutinaria. Afirmaba, en la publicación monográfica “Colección Creativos” que el Centro de Diseño de Castilla-La Mancha le dedicó en 2011: “… ideamos temas más interesantes y me preocupé de crear un estilo de ilustración muy esquemático y potente del cual son ejemplos notables mi Abecedario Animal y mi Circo”. Estas cajitas de fósforos, que se vendían por poco dinero en los estancos, “fueron minúsculos agentes de innovación conceptual y formal en una época en la que este tipo de acciones eran muy necesarias”.

El diseñador justificaba la razón de utilizar composiciones geométricas como motivo de ilustración para estas cajas de cerillas, en la voluntad de encontrar un lenguaje propio en el universo de la ilustración de la época, donde existían muchos dibujantes haciendo arquitecturas de papel. Al ilustrar estos pequeños objetos Cruz Novillo hace realidad su definición de lo que para él ha sido una realidad en toda su trayectoria: “Diseñar es crear”.