En el período 1939-1975 se produjo en España un desarrollo espectacular de la industria química en general y del sector farmacéutico en concreto. Junto a la presencia de grandes laboratorios multinacionales –Ciba Geigy, Sandoz o Roche– desarrollaron su actividad empresas autóctonas como Uriach, Ibys o Alter.

Este crecimiento se reflejó no solo en la variedad de productos sino también en sus propuestas gráficas. Se puede decir que el sector farmacéutico español apostó desde sus comienzos por requerir los servicios de los mejores diseñadores del momento. Cabe recordar que para los laboratorios J. Uriach y Cía. trabajaron Pla-Narbona, Morillas, Huguet o Baqués.

Diseño de calidad con un elevado nivel de experimentación gráfica como recurso para relacionarse con su público objetivo compuesto, mayoritariamente, por médicos que prescribían aquellos medicamentos previamente conocidos a través de publicaciones técnicas, folletos explicativos y displays comerciales. El alto nivel de creatividad de las propuestas gráficas servía para eludir mostrar directamente las dolencias mediante imágenes metafóricas y evocadoras; imágenes connotativas que utilizaban con frecuencia recursos de corte surrealista.

Como muestra de la relevancia que esta temática cobró en su época cabe recordar la sección fija que la revista PRAG (ver post anterior) dedicó desde su primer número a las creaciones en este campo gráfico.

Los laboratorios Alter se fundaron en Madrid en 1939 por D. Juan José Alonso Grijalba llegando a cubrir, ya en la década de los 60, una amplia gama de antibióticos, antihistamínicos y tranquilizantes. Para la comunicación de estos productos trabajaron no solo grandes nombres del diseño gráfico de la época como Cruz Novillo o Fernando Olmos, sino también artistas plásticos de la talla de Vaquero Turcios, Mompó, Molezún, Caballero, Farreras o Gabino.