Edicions Proa, fundada en 1928 en Badalona, en un ambiente de cultura popular y de ateneo, es un exponente del nivel de la edición catalana en los años treinta que sale a la luz, gracias a una exposición y un libro ilustrado: La propera festa del llibre serà de color taronja! Cinquanta anys del rellançament d’Edicions Proa (¡La próxima fiesta del libro será de color naranja! Cincuenta años del relanzamiento de Edicions Proa). Hemos recuperado cubiertas y elementos publicitarios, en gran parte inéditos, y reconstruido el proceso de creación de la marca y del catálogo que se anticipa siete años a Penguin Books, con la que comparte una misma filosofía: llevar los clásicos de la literatura y los modernos autores a todos los hogares, con ediciones de calidad a un precio asequible.
La colección más conocida de Edicions Proa, Biblioteca A Tot Vent, adopta el color naranja como reclamo, un símbolo diseñado por el artista Josep Obiols y una tipografía Bodoni, integrados en una composición muy clásica. Los libros de otras colecciones sorprenden por el atrevimiento gráfico. Incorporan la tipografía Futura, creada en 1927, y la Grotesk Lichte, de 1924, para transmitir una idea de modernidad, en sobrecubiertas tipográficas o ilustradas. No nos ha llegado el nombre de los diseñadores. Uno de sus grandes éxitos fue la versión catalana de In Western nicht Neues (Sin novedad en el frente) de la que llegaron a venderse 35.000 ejemplares. También destacan los libros para niños, en especial Petits contes negres per als infants dels blancs (Pequeños cuentos negros para los niños de los blancos) de Blaise Cendrars, publicado en 1929, un año después de la edición original francesa, con diseño e ilustraciones del amigo de Joan Miró, E.-C. Ricart
Edicions Proa siguió editando en el exilio en Perpiñán y volvió a Barcelona en 1964, bajo el mecenazgo de Joan B. Cendrós, fabricante de la loción Floïd para después del afeitado. En esta nueva etapa contó con dos diseñadores de referencia: Ismael Balenyà (autor de cubiertas de estilo pop que rivalizaban con las de Jordi Fornas para Edicions 62) y Julià Mumbrú (que fue también diseñador del logotipo y de las primeras colecciones de la editorial Anagrama).
Por Julià Guillamon
2 comentarios
Laura
17/03/2015
Qué lástima que no me enteré de la exposición, por lo menos queda el libro 🙂
Albert Culleré
01/04/2015
Excelente y muy clarificador el texto de Julià Guillamon. En síntesis, tres conclusiones se ponen en evidencia a partir del diseño de estas portadas, de los contenidos que anuncian y de la continuidad del proyecto iniciado a finales de los años veinte, trasladado de frontera en la guerra civil, y reanudado y continuado hasta hoy:
1.) El ímpetu sostenido de una élite culta y cosmopolita con voluntad de trascender su idioma, traer conocimiento y valor de otras latitudes además de los propios y hacerlos populares.
2.) La convicción de muchos empresarios nacidos en esa cultura, de ser parte y apoyo de un mismo proyecto común.
3.) La intención de unir excelencia e innovación gráfica con un marketing incipiente e intuitivo pero eficaz desde el principio, como la genial decisión por entonces de optar por un color como principal signo visual de identidad, o sencillas soluciones como los marcadores de página, del todo efectivos y plenamente vigentes hoy.
Es posible que no sean los diseños editoriales más refinados de esas épocas –aunque hay verdaderos hallazgos- los que han marcado el rumbo de Proa, pero sí que son unos de los que han mantenido una mayor fidelidad con los objetivos iniciales siguiendo la estela del liderazgo que les da nombre. ¡Por muchos años, a todo viento!